Sobre marcianos y venusinas
(del sexo y del género)
Declaración Universal de los Derechos Humanos
Artículo 2.
Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.
Artículo 7.
Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación.
Artículo 16.
1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio.
2. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse el matrimonio.
Artículo 21.
1. Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos.
2. Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país
Artículo 23.
2. Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual.
Proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París, el 10 de diciembre de 1948 en su Resolución 217 A (III)
Igualdad de derechos entre hombres y mujeres
Ni los hombres son de Marte ni las mujeres de Venus
Si eres de los que piensan que las mujeres son multitarea y que el hombre se entiende mejor con los mapas, en estos momentos los estudios sobre el cerebro parecen indicar que no hay un dimorfismo sexual en la estructura del cerebro humano.
El cerebro de ambos sexos es más bien un mosaico compuesto de rasgos que han sido considerados masculinos o femeninos o neutros, pero que son intersexuales. En cada cerebro humano encontramos un cóctel de características etiquetadas tradicionalmente como varoniles o femeninas por lo que no tiene sentido hablar de sexo del cerebro.
Pero también es cierto que no se trata de un cerebro unisex pues se han establecido interesantes diferencias en los circuitos neuronales masculinos y femeninos, visibles a partir de la adolescencia cuando el componente hormonal se vuelve más activo. Empatados en coeficiente intelectual se detectan difrencias en la mente emocional